El pasado mes de marzo se cumplió un año del estallido de la crisis de Pescanova y después de todo este tiempo parece que el plan para rescatar a la multinacional gallega todavía no ha hecho más que empezar.

El último episodio ha tenido lugar la semana pasada, al presentarse ante el juez la modificación del convenio de los acreedores de Pescanova por el que los acreedores financieros se harán con el control de la firma, dejando fuera a Damm y Luxempart, y recuperarán 1.000 millones de euros de la deuda (se estima que la deuda total del grupo supera los 4.000 millones), en lugar de los 700 que consideraba la propuesta inicial presentada por las empresas anteriores. El plan de la banca también contempla la inyección de 125 millones de euros de capital. Este planteamiento ya cuenta con el visto bueno del magistrado, por lo que debemos de ir preparándonos para un nuevo cambio en el consejo de administración y la presentación en sociedad de nuevos socios industriales.

Llegados a este punto, ya solo queda esperar a que los nuevos gestores de Pescanova se centren de una vez por todas en un plan empresarial que efectivamente salve a la multinacional de la liquidación